¿Cómo afecta el cambio climático a la piel?

Los cambios climáticos pueden influir en la salud y la belleza de la piel y, por lo tanto, deben tenerse en cuenta para determinar los cuidados necesarios a diario. Conozca mejor cómo influye el clima en la piel y aprenda algunos consejos para evitar sufrir sequedad y grasa en determinadas estaciones.

Las consecuencias del cambio climático en la piel

El clima puede afectar a la piel de muchas maneras, y estos efectos pueden sentirse directamente en la sensibilidad, la hidratación y la capacidad de renovación celular de la piel. Algunos de estos cambios interfieren en la forma en que la piel reacciona a los estímulos y pueden sentirse casi instantáneamente según las variaciones de temperatura y humedad que se produzcan.

Cuando se producen cambios climáticos bruscos, el pH de la piel se desequilibra, dejándola más sensible y susceptible de sufrir reacciones como el enrojecimiento y el acné. Al debilitarse la barrera de protección de la piel, ésta queda más expuesta a la contaminación y a otros agentes como el estrés y la alimentación. Además, la sequedad y la grasa, de las que hablaremos más adelante, son dos de las principales consecuencias que los cambios de clima traen a la piel. Siga leyendo.

Agentes internos y externos que afectan a la piel

La salud y la belleza de la piel pueden verse afectadas por agentes internos, como la dieta y el estrés, y por agentes externos, como la radiación solar, los factores climáticos y la contaminación. Así, estos elementos, sumados a la genética y a la forma en que cada persona reacciona a las agresiones, pueden influir en la aparición de arrugas, manchas y flacidez.

Además, nuestra piel está expuesta a la acción de los radicales libres, moléculas inestables que dañan la piel y favorecen la flacidez, las arrugas, las líneas de expresión y otros signos de envejecimiento precoz. La producción de radicales libres puede estar asociada a factores como la mala alimentación e incluso la exposición a factores climáticos.

Además de las alteraciones climáticas naturales, nuestra piel también sufre los efectos de las artificiales, como el aire acondicionado, que absorbe la humedad del aire, dejando la piel tan seca que, en algunos casos, el rostro empieza a pelarse con el frío. Lo mismo puede ocurrir con el uso de calefactores.

Sequedad en verano e invierno

La sequedad es un fenómeno que puede afectar a la piel tanto en los meses más cálidos como en los más fríos. En invierno, la humedad del aire disminuye, lo que contribuye a la sensación de sequedad de la piel, junto con hábitos como los baños calientes. Otros síntomas que pueden aparecer junto con la sequedad son el picor y las irritaciones cutáneas, que son más agresivas en personas con afecciones alérgicas y pieles sensibles. El consejo es hidratar la piel y optar por los baños calientes para evitar la cara roja con el frío.

En verano, la piel puede resecarse como consecuencia de la exposición al sol sin la debida protección, hasta el punto de pelarse. También es frecuente el aumento de la grasa, ya que la exposición al sol sin protección reduce la concentración de agua en la piel, lo que hace que ésta produzca un exceso de grasa para mantenerse hidratada. Por lo tanto, beba mucho líquido e invierta en cremas, lociones y mascarillas para mantener su piel hidratada durante las estaciones cálidas.

Exceso de grasa

Durante las épocas más calurosas del año, es normal que la piel produzca más grasa. Esto se debe a que las temperaturas más altas hacen que las glándulas sebáceas, responsables de la producción de grasa, tengan una actividad más intensa. Además, en un intento de mantener la piel hidratada y evitar la sequedad causada por la exposición al sol sin protección solar, el cuerpo produce más grasa.

En definitiva, las glándulas encargadas de producir el sudor trabajan en exceso para mantener la temperatura corporal más baja. Se compone de impurezas, aceites y sales que, junto con el sebo producido por la piel, pueden obstruir los poros, provocando puntos negros y espinillas. Por lo tanto, no te olvides de hidratar tu piel y de lavarte la cara como máximo dos veces al día, para evitar el acné y otros problemas que el exceso de grasa puede provocar.